La respuesta a esa pregunta es simplemente sí. Por supuesto que hay una burbuja de la inteligencia artificial, como ocurre siempre cada vez que un fenómeno tecnológico experimenta una adopción tan rápida y brutal.
Ese tipo de comportamientos están perfectamente modelizados, y son predecibles: las expectativas crecen hasta un punto en el cual la presión por lanzarse a crear productos o servicios en torno a la «nueva» tecnología es insoportable, tanto para compañías consolidadas como para las que se crean específicamente para ello. A esa presión se suman los inversores, incluidos los institucionales o hasta el dinero público, que inician una alocada carrera inflacionaria por situar su dinero en esas compañías, y por supuesto, unos ...